El pasado domingo, mientras caminaba por una concurrida acera con mi esposa, y sabiendo que iba tarde para la misa, mis ojos cayeron sobre una de aquellas desafortunadas y harapientas vagabundas que se encuentran en las calles de muchas ciudades en estos días.
Algunas personas volteaban la mirada. Otros rápidamente miraban hacia otra parte, como si solo verla los fuese a contaminar.
Recordando a mi viejo párroco, Jose Miguel, quien siempre me ha aconsejado "cuidar de los enfermos, alimentar los hambrientos y vestir a los desnudos" Fui movido por alguna fuerza interna para acercarme a esta pobre y desafortunada persona.
Usando solo lo que pueden ser descritos como trapos, cargando sus atesoradas posesiones mundanas en dos bolsas plásticas, mi corazón se conmovio por la condición de esta persona.
Sí, en donde algunas gentes sólo veían trapos, yo ví una verdadera belleza escondida.
Una voz pequeña dentro de mi cabeza fue creciendo y me gritó:
"!!ALCANZA Y TOCA A ESA PERSONA!!".......
Así lo hice, y mi esposa me alcanzó y me tocó a mi.
No estaré en la Iglesia esta semana....
(Enviado por George W. desde un hospital de Los Ángeles, California, EEUU)
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