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Confesiones de invierno


El matrimonio de ancianos toma sol en el parque de su casa. Acaban de cumplir los sesenta años de casados.

De pronto, el hombre se acerca a su mujer y le dice:
- Paca... Ya hace muchos años que estamos juntos... Estamos viejos los dos...

Ella responde:
- Es verdad, Paco... Ha pasado el tiempo...

Él continúa hablándole calmadamente:
- Hay algo que me hace sentir mal... Algo que mantuve dentro más de lo conveniente...

Ella lo mira preocupada:
- ¿Estreñimiento? ¿Te cayeron mal los ravioles?

Paco sonríe levemente.
- No, Paca. Es algo espiritual. Un sentimiento de culpa... por cosas que nunca te confesé...

Ella lo alienta:
- ¿Y por qué no me lo cuentas ahora? ¡Quítate ese problema de encima!

El hombre suspira aliviado:
- Es verdad. Ya pasó mucho tiempo... ¿Te acuerdas de Pepa, la hija del almacenero? Esa que tenía un cuerpo espectacular que todos se paraban para mirar... ¿Te acuerdas?

- Sí, Paco, me acuerdo. Era una mujerona que llamaba la atención a todos los hombres del barrio.

- Bueno, Paca, ese cuerpo fue mío.

- En fin... un desliz lo tiene cualquiera. No te hagas problema...

- Es que no fue la única. ¿Te acuerdas de Lola, la esposa del verdulero?

- ¿La de los pechos enormes que coqueteaba con los clientes cuando el marido iba a buscar la acelga al fondo?

- ¡Esa! Ese cuerpo fue mío. Y hubo otra... Maruca...

- ¿Maruca? ¿Mi mejor amiga?

- Pues un tiempo fue también mi mejor amiga. Mientras tú ibas a buscar los niños a la escuela se aparecía en la casa y se revolcaba conmigo. Decía que lo hacía para ayudarte a hacerme feliz. ¡Y vaya que lo lograba! Durante varios meses, ese cuerpo fue mío.

- ¿Era buena para eso?

- No tan buena como tú, pero no era para despreciar...

- ¿Alguna más?

- No, Paca, fueron esas tres... pero me sentí siempre muy apenado por haberte engañado con ellas.

La mujer se pone seria. Lo mira de arriba a abajo, y muy calmadamente le dice:

- Ya que me has confesado tus deslices... yo también tengo algo que contarte.

El hombre la mira sorprendido. Ella continúa.

- ¿Recuerdas, Paco, que antes la pared trasera del jardín era más baja?

- Sí, me acuerdo. Luego la hicimos elevar por seguridad.

- ¿Recuerdas qué había al otro lado de la pared por esos tiempos?

- Pues sí, Paca. ¿Cómo no voy a recordar? Estaba el Cuerpo de Bomberos de la ciudad.

- Bueno, Paco, ¡ese Cuerpo fue mío!.

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